Disfruta intensamente del presente
Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal. Mateo 6:34.
Nuestro Señor Jesucristo reconoce que cada día traerá no solo bendiciones y bienestar, sino también “su propio mal”, su “afán”. Por eso nos invita a cargar solo con los problemas de hoy, confiando en que nuestro Padre se está ocupando de nosotros.
Quizás en este momento estemos disfrutando de bienestar, tranquilidad, y todas nuestras necesidades terrenales parecen estar cubiertas. Sin embargo, pareciera que algunos de nosotros no podemos ser felices, no por algo malo que nos esté sucediendo en la actualidad, sino por temor a algo malo que nos pueda deparar el futuro. Anticipamos males futuros, la mayoría de ellos muy poco probables, y esa ansiedad y ese temor nos impiden disfrutar del presente: “¿Tendré siempre mi empleo?”; “¿Tendré siempre salud?” “Mis hijos ¿padecerán algún accidente en el futuro?” “¿Seré asaltado, y hasta padeceré violencia física y emocional?”
Podríamos seguir agregando una lista larga de infortunios que, ciertamente, es POSIBLE que nos sucedan a cada uno de nosotros, pero que en la mayoría de los casos es POCO PROBABLE que nos toquen.
Por otro lado, muchos de nosotros vivimos insatisfechos con nuestra situación presente. Gozamos de enormes bendiciones diarias, pero lo que suponemos que son nuestras carencias nos provocan un sentimiento de frustración muy grande, y fabulamos, en nuestra mente, que seríamos más felices si tuviésemos tal o cual cosa, o si nuestra vida fuese distinta en tal o cual aspecto. Ciframos, entonces, nuestra felicidad en un futuro incierto terrenal, por el cual muchas veces luchamos denodadamente.
No podemos tener la seguridad de que siempre tendremos a nuestro lado a nuestros amados, ni que siempre podremos gozar de ese empleo, de esa casa que hoy habitamos, de esos sanos motivos de dicha que gozamos a diario. Por eso, lo mejor que podemos hacer es disfrutarlos hoy intensamente, brindando todo el cariño y la ayuda a nuestros amados, y dejar todo en manos de Dios, que nos está guardando, y a los nuestros, hasta el día en que nos lleve a todas las personas de buena voluntad a esa vida eterna, donde ya nada de lo que amamos desaparecerá.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie
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